lunes, 24 de diciembre de 2007

La Piedra y la Niña

Érase una vez una negra piedra de río en la vera de un camino, perfectamente pulida, redonda, brillante.

Todas las noches la piedra miraba hacia las estrellas, todas las noches soñaba con ellas, con sus luces, con los dibujos perfilados en el cielo negro, con esa magia que les permitía estar allí, en lo alto. Así, todas las noches, deseaba ser una estrella, dejar de ser una piedra del camino para ser una luz en el cielo.

- ¿Como harán para estar allí arriba?.- Se preguntaba. - ¡Será igual que aquí debajo!, - se decía con ilusión, - Quizá ellas sean piedras de un camino, como yo, y me vean brillante en su cielo, igual que yo a ellas. – Concluía pensando, aunque esta idea no la llenara de todo.

Un día paso una niña por el camino, y viendo lo hermosa que era la piedra la guardo en un bolsillo.

- ¡Oh, no¡, ya no seré una estrella, ni siquiera una piedra en el camino. – Se entristeció la piedra. - ¡Que será de mí!.

Lo que fue de ella fue una sorpresa continua, fue un huevo de gallina, una pasta de te, una tortilla de papas, el bebe de un perrito de peluche, un coche descapotable, el tocado de una novia. Era el juguete favorito de la niña, ya no era solo una piedra.

- No esta nada mal, - pensaba la piedra, - no puedo brillar como las estrellas pero siempre hago sonreír a la niña.

Ocurrió una noche, una fría noche de invierno, que la niña se levanto y cogió la piedra y empezó a pintarla, pero la piedra, que ya estaba acostumbrada a los juegos de la niña no le dio mayor importancia y siguió durmiendo acariciada por el pincel.

La niña la pinto, la dejo secar mientras recortaba papeles de colores brillantes, y...

La luz del sol despertó a la piedra, la luz le daba de frente, así que enseguida pensó que la había dejado en el alfeizar de la ventana, pero al abrir los ojos se encontró con un gran espejo, con su imagen en medio, en medio de, de... estaba saltando de alegría, pues estaba en medio de un gran cielo nocturno, en medio de estrellas, con gente debajo de ella, con animales, con árboles, con un camino lleno de piedras, tal y como era en el que había nacido. Pero ella era una estrella, una estrella del cielo, no una estrella cualquiera, sino la mas brillante, la mas hermosa, de cuerpo dorado y con rayos de colores que partían de si. Era la estrella mas brillante del firmamento, era la estrella de belén.

Y es que el cielo existe tan solo para que las niñas coloquen estrellas en el, y para que las piedras que sueñan con ser estrellas puedan serlo.

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